APORTES PARA EL DEBATE EN LA REVISTA “Siglo XXI”, lunes 22 de enero del año 200l
En reiteradas oportunidades hemos afirmado que nuestras acusaciones denunciando los crímenes y las atrocidades de Fidel Castro contra los Derechos Humanos, en realidad son pálidas ante los testimonios en primera persona, de quienes han tenido que padecer el asesinato de sus seres queridos. Este es el caso de la acusación que hace Esther Quevedo, una madre del Municipio de Regla, a quien los guardías de Castro le asesinaron a patadas a su hijo Luís Quevedo Remolina, de 22 años de edad.
Esta denuncia de una madre a quien Fidel Castro, en su guerra para perpetuarse en el poder, le mato a un hijo opositor, es similar a la de otros miles de madres cubanas, que aun viven con sus historias de horror ocultas y apretadas en sus corazones.
Recuerdo siempre a Margarita Marín Thompson, otra madre, pero con una tragedía aun mayor que la de Esther Quevedo. A Margarita, Fidel Castro ordenó fusilarle a sus tres hijos: Ciprián García Marín, Ventura García Marín y Eugenio García Marín, por haber intentado buscar asilo político en la Embajada del Vaticano en La Habana.
Este tipo de recuentos siempre se hace imprescindible para los activistas de derechos humanos, porque tenemos que batallar frente a una de las maquinarías de desinformación y fabricación de mentiras mas grandes de todo el Mundo. Baste decir que Fidel Castro poseé mas asalariados en el campo de la propaganda a su favor, que todos los cuadros que, en conjunto, estuvieron dedicados a estas tareas en Polonia, Checoslovaquía, Hungría y Alemania del Este, en la época del comunismo.
Sin embargo, a pesar de que nuestro movimiento de Derechos Humanos es minúsculo frente a ese imperio castrista para la manipulación de la opinión pública, desde dentro de Cuba los opositores civiles, CON LA VERDAD DE SUS DENUNCIAS Y CON LA JUSTICIA DE SUS PROYECTOS DEMOCRATIZADORES, han despojado a Castro de la impunidad en relación a sus crímenes.
Por eso, ahora, presa de la rabia que se origina en la impotencia, el Comandante tiene que apelar al secuestro y a la toma de rehenes de figuras públicas europeas. Como ha sucedido con las personalidades checas Jan Bubenik e Ivan Pilip. No obstante, este tipo de agresiones brutales contra las mas elementales normas de comportamiento civilizado, solo conducen a Fidel Castro a un mayor abismo de aislamiento y repulsa internacionales.
Hace muchos años , quien fuera en los primeros tiempos de la revolución uno de los altos jefes de la Seguridad del Estado, el ex capitán Luís Fajardo Escolona, nos explicó en una visita al hogar de Ramón Calcines, que él había sido separado de su cargo por Fidel Castro, porque había desobedecido órdenes de asesinar a opositores políticos. Apenas unas semanas después de aquellas confesiones, Luís Fajardo Escolona murió de un padecimiento inexplicable. A su jefe, Anibal Escalante, le llegó la muerte de la misma manera. De la igual forma perecieron el general José Abrantes y el ex jefe de los servicios de intelegencia, Manuel Piñeiro Losada. Todos, después de convertirse en opositores.
En estos momentos la diferencia consiste en que la verdad ya no puede ocultarse.
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